poesía

ÁFRICA

La muerte se reencarna en niños inocentes , cuyos ojos les sangran por buscar y rebuscar un grano de pan . Madres secas y padres ausentes . ¿ De qué sirve que otros padres habl en en nombre de Dios y del amor? Hay curas que bendicen ¿qué? y monjas que enseñan ¿qué? Por sus campos amargos fluye la sangre hambrienta , la ira acorrala sus almas, y los gusanos l as carcomen mientras duermen . Las lágrimas no son más que súplicas esperando que la seca y moribunda muerte , 8 los encuentre desprevenidos y se los lleve . En los campos de girasoles resuenan las bombas que retumban en los oídos . ¡Callad esos llantos ! ¡Callad la metralla ! Mi alma no soporta más, mi corazón está desgarrado . ¿Y quién soy yo para comparar mi miserable soledad y desamor con sus pobres almas azotadas, con la piel desgarrada, sus corazones rotos y sus cuerpos lacerados ? Costales de huesos que quedaron dormidos . ¡Me duele! ¡Me quema! ¡Me mata! Mi sensación de llanto es trivial , iracunda estoy al ver que mis palabras no son más que sueños , 9 algunos con aspecto de noctámbulos . Mis lágrimas son gotas saladas de pensamientos pobres ; me duele saber que no son su alimento . Extiendan las alas y detengan el tiempo, entren a mi templo, un lugar donde las bombas no emiten sonido alguno para agitar sus voces . Voces que otorgan el silencio soñado y anhelado, espera ndo el fin de un pecado q u e no pertenece a los niños .

 

 

Milka Virginia Acasigüe Liendo

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