CICLISMO Y AMOR

CICLISMO Y AMOR

Nací un jueves de un año bisiesto según el calendario gregoriano, el 2 de septiembre de 1976, con un cielo iluminado por una hermosa luna creciente, un excelente momento para sembrar la tierra o dar a luz, mi madre el domingo anterior se había resbalado al salir de su oficina,  mi padre le pidió ingresar al Hospital, los dos eran muy jóvenes, él la amaba más que a nada, lo vi en sus ojos nostálgicos la mayor parte de mi vida,  ella adicta a su trabajo se dejaba llevar por los acontecimientos diarios, finalmente el jueves a primera hora decidió ingresar al Hospital, salí del vientre de mi madre después de mucho dolor y horas de espera, eran casi las diez de la noche según cuenta papá, en un pequeño pueblo cafetero de 3000 habitantes, llamado San Juan de Rioseco, a 1200 metros de altura sobre el nivel del mar y 23 grados centígrados que hacían acogedora aquella noche.

Decidí tomarme un tiempo prudente para ver el mundo, debo confesar que, este fue el único momento de mi vida en que fui paciente, así fue que nací con los ojos cerrados, mis largas pestañas se encontraban dentro de mis parpados, pero estaba calmada, nadie se quejó de mi llanto.

Los médicos  sugerían una pequeña intervención para hacerme abrir los ojos al Mundo, como si Freud ya no hubiera escrito que la vida es una larga repetición de los mismos errores y que no había prisa de empezar; afortunadamente nací en un familia matriarcal, mis abuelas y mis tías estaban cerca para discutir el acontecimiento y su resolución, siguiendo el consejo de mi tía paterna, Belén Rodríguez, quien tenía conocimientos de medicina, se aprobó esperar un tiempo prudente antes de autorizar la intervención.  Ese mismo día, entre Bucaramanga y Socorro, se corría la segunda etapa del suceso ciclístico más importante de mi país, La Vuelta a Colombia, evento deportivo de gran influencia nacional, ganó Abelardo Ríos; la final y la entrega de premios sería en 10 días, razón por la cual el grupo de matriarcas instauraron como fecha límite para la apertura de mis ojos, el 12 de septiembre del 1976.

Mientras tanto, yo recibiría un tratamiento casero que se resumía en lavarme los ojos varias veces al día, con flores de manzanilla y de amapola, unas flores amarillas que no tiene nada que ver con aquella de la cual se produce el opio. Las flores eran cuidadosamente hervidas y puestas a enfriar hasta lograr una temperatura agradable, el tratamiento lo realizo mi tía, eran como caricias que a cualquier bebe lo hacían  sentir muy amado; ella sonríe de una manera muy especial, es como si su corazón y sus labios vibraran al mismo tiempo en la misma frecuencia porque su alma es tan pura como la de nadie conocido, y aunque a veces la preocupación la hacían desvelarse junto a mí, jamás desistió ni dejo que la desesperación la invadiera, ella posee una extraña fe.

El día 12 de septiembre a las siete de la mañana, abrí mis ojos al despertar, después de 10 días aquella sonrisa acompañada de amorosas caricias termino por convencerme para ver su rostro, un amor al que por fin le di una forma y desde luego también pude ver a José patrocinio Jiménez, ganador de la Vuelta a Colombia en Bicicleta, quien era boyacense, región de donde mi familia había emigrado hacía dos generaciones.  Fue una doble celebración, un día de glorias y felices recuerdos.

Cada vez que escucho esta historia durante mis vacaciones familiares, sonrío, a pesar de los difíciles momentos que he enfrentado en mi existencia, nunca me arrepentiré de haber abierto los ojos para observar el rostro de quien cuido de mí, en esos días, y cada día confuso de mi vida cuando busque refugio; pues a los años mis jóvenes e inexpertos padres se separaron. José Patrocinio Jiménez, años más tarde fue invitado al Tour de Francia y muchos otros eventos internacionales de ciclismo, en 1985 conformo el primer equipo profesional de ciclismo colombiano, denominado Cafeteros de Colombia; Mamá Belén jamás dejo de cuidar de todos en nuestra familia, todavía sonríe igual y sus tibias caricias nunca nos faltan. La victoria de Jiménez y mis ojos abiertos, fueron dos coincidencias históricas que recuerdan con amor los míos.

Claudia Liliana Rodríguez Espitia

Martes 16 de Julio de 2024.