Formica

i pentimenti della formica

Camino sobre la tierra guaraya, para ser precisa WGS 84 zona 20 UTM, entre 14° 37’ 26’’ a 16|° 08’ 23’’ de latitud sur y 63° 58’ 51’’ a 62|° 46’ de longitud oeste, mis botas siempre están mojadas, con lodo en la época de lluvias o con unas cuantas gotas de agua que sobrevivieron al amanecer sobre la hierba, aún durante los meses de más sequía, estas gotas siempre están sobre mis botas, tal vez son un mensaje. Es un lugar que le robaría el alma a cualquiera de nosotros, llegue aquí hace casi 17 años, con poco equipaje y muchas buenas intenciones, algunas veces me sorprendo a mí misma recordándolo. En este lugar las luciérnagas se mezclan con las estrellas en marzo, los avestruces ponen sus huevos en abril y al finalizar el mal llamado invierno caminan con sus crías intrépidas, agiles, despreocupadas, mientras las boas se aparean en octubre y al jaguar solo lo puedo ver caminando, junto a su hembra, sigilosamente unos 25 kilómetros adentro, por el único camino que existe y que yo construí, quisiera sentirme orgullosa de ello, y de otros cientos de kilómetros más, pero no lo estoy. No lo estoy, porque estoy en la Amazonía.

 

Con los pies siempre bien puestos, siento respirar la tierra, sus respiros se convierten en agua sobre toda mi piel, para terminar sobre mi ropa al final del día, la humedad hoy estuvo entre cuarenta y cinco a ochenta y dos por ciento, punto de rocío a 20.0 °C, pareciera caprichoso, pero es importante saberlo.  Pronto caerá el sol, fue un día de caos normal, en él que como de costumbre, me pregunto ¿Quién soy?  aunque es una pregunta que todos nos hemos hecho, responderla no es tan sencillo para ninguno. Somos lo bueno, lo malo, lo dulce, lo amargo, lo acido, lo salado, la luz y la sombra, lo desconocido, somos todo hasta ausencia; soy todo esto, al igual que tú. Pero no se trata de mí, aún si yo también soy responsable. He talado miles de hectáreas de bosque, usado millones de galones de combustible, construido un pueblo para 2000 trabajadores y tantas cosas más de las que soy culpable, creía que traía progreso, desarrollo, sonrisas, luz eléctrica, alcantarillado, bienestar, transporte, medicina, soluciones para el vivir bien. He sembrado, fumigado, con avión, con dron, la tecnología satelital fue una herramienta disponible, también he cosechado cientos de miles de toneladas. Equivocadamente, podría decirse que, he sido una persona exitosa. Pero no es esto un libro de hazanas o fracasos, ni la historia de una cosmopolita pretendiendo ser ecofriendly, tampoco la de un idealista que aburrido y fracasado con su vida urbana se vino a la Amazonía a intentar salvarla, tal vez soy un monstruo gigante, o una hormiga incansable, tal vez una mujer ambiciosa, o tal vez una ingenua, ¿qué pensara Dios de mí?, como todos espero benevolencia. Me desnudo con vergüenza para mostrarte lo que realmente pasa dentro de este pulmón, pronto… ya no podremos respirar. Como yo, muchos vinieron.

 

Hace un par de décadas solamente, millones de hectárea de tierras cultivable esperaban por trabajo e inversión, de la misma forma como pensamos que Las Indias esperaron a Colón, eso también fue un error grosero de interpretación; la República de Bolivia se volvió El Estado Plurinacional de Bolivia, quien a su vez pretendía convertirse en la pequeña Suiza latinoamericana, idea que debo confesar amé, desde el primer instante. Pero lejos de transformarse como un gusano en mariposa, dio vida y espacio a un escenario de odio y reivindicación entre sus connacionales, donde sus razas y etnias se enfrentan, no siendo suficiente con herirse mutuamente decidieron, como el resto del mundo, acabar con todo lo que queda. Todo un discurso de igualdad y desarrollo social, se contamino de ambición desmedida, traición, robo e institucionalización del narcotráfico. La historia que se repite dentro de la Historia, absolutismo o una Patria Boba, nunca un punto medio o un punto neutral. Un capítulo repetido, donde el protagonista que quería la igualdad, lógicamente como buen socialista de estómago, terminó siendo un pequeño dios en decadencia, al que debíamos amarrarle hasta los zapatos, sobra decir que lejos de buscar la superación humana común, llevó a su nación a la mezquindad y mediocridad absoluta. Ya no encuentro sonrisas en la calle, todos caminan mirando abajo como si ninguna esperanza existiera frente a ellos.

 

Durante los últimos 6 meses, hablo todavía del 2023, hombres sin nombre suben a las colinas y desde allí lanzan barriles de 200 litros de combustible, con una pequeña rotura que permite la salida de cada mililitro de este líquido, sincronizadamente para esparcirse por doquier y darles el tiempo para huir, el cilindro rueda mientras que espera que su aliado el fuego llegue, los hombres sin nombre, aún arriba de la colina, le dan tiempo de caer en contrapartida y finalmente inician el fuego antes de su huida. No deberían llamarse hombres, ni yo una santa, porque todo tiene un límite. Estamos en guerra, Ucrania, Gaza, la que yo presencio, grandes o pequeñas, todas destructivas. Mi abuela decía: “Respira, siempre antes de decidir”, mi abuela, como seguramente fue la tuya, y la de nuestros padres, era sabia. Pues para hacer la guerra, primero deberemos poder respirar.

 

Ante la desesperanza, solo puedo soñar para mantenerme cuerda, Dios en esta época del año, desearía estar en los Alpes, el viento frio en mi rostro, la nieve sobre mis guantes, el viejo chalet con su menú montagnard, un buen rösti cociendo, las acogedoras risas y voces optimistas augurando una buena temporada para todos, un vino caliente en un vaso con su borde azucarado y una pisca de canela que harían sonrojar al más tímido y friolento turista. Pero hoy siento tanto calor que veo evaporarse hasta mis sueños, creo que superamos los treinta y cinco grados hace semanas y la temperatura no baja. Necesito tomar un baño frio y respiran profundo, cerrar los ojos para evitar que mis lagrimas se escapen sin mi aquiescencia, pues llorar ya no está de moda según escuche en la radio, y aunque pueden conmover a el mundo, mis lagrimas no bastaran para salvarlo. Estoy exhausta de la estupidez humana, incluyendo la mía.

 

Esta noche he decidido dormir, pues sin duda el olvido y la inconciencia política nos acompañaran unos meses, al igual que tú, debo recuperar mis fuerzas para luchar. Los hombres que incendiaron volverán, lo harán después de abril o mayo del 2024, cuando las lluvias de este periodo hayan pasado y la tierra les permita a los holgazanes caminar sin ningún esfuerzo, al parecer solo las cosas fáciles los atraen. Esta vez serán más violentos y no vendrán solos, olvide decir que muchos cobardes se esconden detrás de las masas, muy a pesar de la teoría del interés común. Vendrán a tomar por la fuerza aquellas tierras quemadas, devastadas, violadas por su insensatez, pues no los rige la ignorancia, bien que los acompaña, los rige la ambición y sobre todo la impunidad en una tierra tan olvidada de un Mundo en guerra.

 

El Estado plurinacional de Bolivia también se convirtió en el primer productor de cocaína del mundo, un tema que preferiría no subrayar, lastimosamente el impacto sociológico es tan fuerte que es inevitable abordarlo, como diríamos en cualquier convención de negocios, las sinergias son tan relevantes que sería imposible no tenerlas en cuenta, pero es un tema que retomaré más adelante, preferiría estudiar brevemente la diversidad amazónica y sus sinergias en la economía boliviana, finalmente narcos siempre han existido, desde el opio hasta el 2 C B, la única lección que nos han dejado es que  todos mueren muy jóvenes y los únicos que los sobreviven son sus socios estratégicos, sus amigos políticos. Dejaré este tema para los posteriores capítulos, pues ya este sector “seudo-productivo” enfrenta sus propios problemas y desafíos, si tenemos en cuenta la baja del precio internacional de la cocaína, el cambio en los gustos de los consumidores por drogas mucho mas novedosas, el impacto del Covid-19 en su cadena de distribución y la clara intención de no tener como objetivo el hacer un análisis del mismo, zapatero a sus zapatos. Sin embargo, no podemos ser descuidados y dejar pasar un hecho que nos toca directamente, la desesperada oferta en los mercados de origen. Ante los mencionados inconvenientes, los participantes de este, ya no tan lucrativo negocio, han decidido ofrecer la cocaína a bajo precio en los mercados nacionales en detrimento del futuro, la juventud y de la producción nacional. Pues aquel hombre sin nombre que hace rodar el barril sobre la colina, lo hace con más desfachatez cuando está bajo en el consumo de la droga y el alcohol. Es justamente esto, lo que nos interesa, los limites humanos. Aquella línea entre tu y yo, entre la que podría existir un abismo para los dos.

 

Volverán y serán muchos, ¿una promesa o una amenaza?, todo tiene un límite, hasta la Amazonía.  El pirómano retornara para apropiarse sin esfuerzo la tierra, que en la mayoría de casos pertenece al Estado, a través de sus diferentes organismos, pertenece a algunos privados nacionales o extranjeros, así como a la humanidad pues también en muchos casos son reservas declaradas de fauna, flora o bosques protegidos. El objetivo es apropiársela y venderla rápidamente a otros traficantes de tierra que a su vez la venderán a otro, es un sistema sin fin de lavado de capitales minúsculos o millonarios, un escenario donde el vivir bien ya no es el fin, solo palabras nauseabundas en la boca de hombrecillos que parecen ser quienes, muy a mi pesar, mandan. Sin pretender alguna reivindicación política, pues soy fiel defensora de la neutralidad, pero jamás abogada de la estupidez.  

La corrupción desborda los límites del pudor, así como los límites de mi paciencia. A pesar de todo, a pesar de mí, la naturaleza me da un regalo de vida cada día y como todo aquí, también yo crezco. Mi última esperanza eres tú, estas líneas son la invitación para el intelectual, el idealista, el empresario, el campesino, el autóctono, el extranjero, el mestizo, el inversionista de Ginebra, Londres o New York, todos estamos invitados a respirar mientras celebramos la vida y la sobrevivencia de todas y cada una de las especies. Cada uno de nosotros tiene un rol, si me estas leyendo por favor pasa este mensaje: ¡Basta! La Amazonía muere, mientras sus hijos duermen.

 

Claudia Liliana Rodríguez Espitia
13 de diciembre 2023.