Mosca

Una mosca en la leche

CAPITULO I

Ginebra-Suiza

7 Avenida Krieg.

Génesis despierta, en un mundo donde nada cambia, es un día como ayer, se da tiempo para revisar mentalmente su jornada y finalmente como si la inercia la empujara a seguir sale de su cama, bebe una malteada de proteínas vegetales y se prepara para ir a su oficina, es una mañana plomiza, como suelen ser las jornadas de otoño, muchos matices de naranja y marrón, pero para ella la belleza en el naranja es comparable en el marrón, el fin del otoño es la momento donde las hojas caen para dar espacio a un nuevo inicio, luego de un descanso natural, como un lienzo en blanco, el gris es también un buen fondo de perspectiva. Toca el botón que le permite salir del estacionamiento, piensa que son solo seis cuadras hasta su oficina y se siente un poco culpable de llevar su auto, pero planifica trabajar hasta tarde, ya no habrá transporte público a su retorno y aun que vive en una de las ciudades más seguras del mundo, últimamente siente en la atmosfera que algo que no está bien, como una premonición de una tormenta, lo siente en cada ser o cosa que observa. lleva un par de guantes marrón caramelo, del mismo tono de sus botas, que disimula bajo su pantalón y su largo abrigo, decidió abrigarse según la météo bajaran las temperaturas esta noche.

 

Ella no extraña el sol tropical, nació en las altas cordillera de América del Sur, en una ciudad de montaña, con crudas madrugadas,  al despertar el frio siempre fue su compañero, detalle que perdió importancia durante su adolescencia, ella disfruta el olor del aire de noviembre, un olor transportado por el viento desde los Alpes cercanos con matices de musgo, madera, champiñones, hojas húmedas, que anuncian la llegada de la nieve junto a la nostalgia y a la resignación de algunos transeúntes, todo hace parte de un equilibrio.

 

Se siente segura, a salvo, se detiene en la esquina del semáforo y respira con aire de mujer realizada, satisfecha, alcanzó el éxito siendo aún muy joven y puede disfrutarlo pues lo obtuvo producto de su obstinada exigencia a sí misma, abogada en el exclusivo mundo financiero helvético, 29 años inenajenables por ningún amor, ni loco, ni fugaz, ni eterno. Comodidad o cobardía, es algo que no le interesa debatir consigo misma. Una mujer solo debe depender de sí, como una brújula en convivencia con el norte, como aquel punto del horizonte para un artista vagabundo que decide dejarlo todo porque justamente los otros no entienden que somos nada, solo cuerpos parte de una sociedad zombi, que ya no ve lo esencial.

 

las responsabilidades que asumió desde su juventud, su trabajo, la disciplina suiza la volvieron cortes y distante; vive sola en un cómodo departamento del barrio financiero, lo que no le molesta en lo absoluto, pues ella ama los grandes espacios; recuerda a su madre, quien cada vez que tiene la oportunidad justa, le dice que antes de tener un perro o un gato, tenga un hijo. Por el momento ninguno de las tres opciones llena aquel espacio.

 

Tal vez algún día pudiese tocar un tambor, pensó la noche anterior, durante un concierto en el Victoria Hall, lugar al que asiste irreprochablemente una o dos veces al mes, como a cada ópera del programa anual ginebrino del Gran Teatro, los sincroniza en su agenda con un año de anticipación, nada extraño en estas latitudes, todos los miembros abonados lo hacen. Toca mal el piano, pero lo intenta, porque le recuerda a su padre, quien desde muy niña le enseño la importancia del lenguaje musical para el espíritu, creyente de que los dos están siempre en connivencia, siempre de acuerdo, tan exactos, como diversos; de esa manera la alejaba un poco de los números y algoritmos y le abría las puertas a un mundo más humano. Estudiar matemáticas avanzadas, como conocer la diferencia de tiempos entre una nota blanca y una corchea le era útil a diario, que como cada cosa aprendida incrustaba en su ADN.

 

Fue un buen jueves, había pasado la media noche, Génesis entra a casa, toma un baño y se lanza sobre su cama, cuando nadie la ve tiene un alma juguetona y aventurera, alegre de despertar rápidamente, por primera vez en su vida iría a una ópera de dos días consecutivos, una obra de Wagner, adaptada por un director extranjero, del cual no recordaba su nombre, solo sabía que comenzaría a las 17 horas del viernes y terminaría a las 18 horas del sábado. Llego la hora, se dispuso a disfrutar de su velada, una que recordará anecdóticamente, el acto era sublime en cuanto al canto, con  doce actores en escena, intentando entender mejor cada personaje, su mirada descubre que habían dos actores  teniendo sexo sobre el escenario frente a toda la audiencia, algo crudo piensa y desvía su mirada, ¿qué puede o no  permitirse en un ámbito artístico?, ¿tal vez no hay límite?, son el alma y  la humanidad desnudas; sin entrar en ningún análisis de orden moral cree estar en un maravilloso lugar, donde las cosas más naturales se transformaban en eventos por que logran aun sorprendernos, aquel sábado sentía que  Wagner podía fácilmente hacerle perder la paciencia, que justamente no era no era una de sus virtudes, pero nunca dejaría de asombrarla, después del gran festín musical, sale del teatro y mira hacia Place Neuve, solo unos pasos en frente, en los jardines de Parc des Bastions, logra ver los caballos y los alfiles blancos en la oscuridad, los mismos que sirven a aquellos amantes de este arte para recrearse a plena luz del día; por todo ello no se siente jamás sola allí, le recuerda el espíritu de su padre.

 

Todo corre por su sangre, el oxígeno que la mantiene viva, su familia, lo aprendido y aprehendido en su ser, sus recuerdos, lo que amó, lo que ama, lo que es, su infinita libertad, todo fluye, como el transporte público por la ciudad, su Porsche por la auto ruta, así que lo agradece como suele hacerlo cada noche, a aquel ser que considera su Creador Eterno, esta noche sus agradecimientos son por aquella tierra donde espera morir con dignidad, pues la eutanasia es permitida. Catorce años antes, Génesis escribió como tesis de grado de bachiller, las ventajas de la legalización de la eutanasia en Colombia, documento que lógicamente quedo archivado por que en su país nadie quiere ver morir tranquilamente a quienes aman.

 

Genesis lo sabía, el tiempo es la única riqueza de todos los seres humanos, el tiempo es una unidad de medida, cada respiro es un activo que usa, los suyos no serán en vano, los dedica solo a hacer lo que ella en verdad desea, no por capricho, sino por convicción,  trabaja hasta el límite que le impone su naturaleza humana, sin embargo los días del año que permanece en Ginebra, se obliga a realizar actividades que equilibran su ser, algunas horas las dedica a la academia, a ser una aprendiz de pintura en el atelier de Gilbert Mazliah, a visitar a Madame Liliane Morelle y tocar un par de horas el piano a cuatro manos, los jueves a las diecisiete, a montar a Don Pepe, un caballo andaluz que comparte con otros 2 jinetes para mantenerlo en forma, un pequeño acuerdo al estilo helvético donde todos encuentran su bonheur, sus pequeñas escapadas de un mundo donde el dinero vence al tiempo sin piedad, realismo y subrealismo paralelos y enfrentados, lógico e inhumano, Homus Deus contra Humanitas.

 

Todas sus actividades la llevan a una misma búsqueda, el conocimiento de sí misma y de lo externo, esa es su razón de existir, de respirar. Leer, investigar, planificar, eran sus otras actividades en Ginebra, pero viajar y meter en obra sus proyectos de inversión de alto riesgo en otras latitudes, le hacían latir más rápido su corazón y su sangre por todo el cuerpo, el peligro, el riesgo, el morir, el jamás volver, la adrenalina acumulada que le permitía estar días sin dormir, todo lo imposible era posible durante sus viajes de negocios. Algunos de sus colegas pensaban que esta actividad era para Génesis una forma de espiar sus pasiones más humanas y llevarlas al extremo, pero observándola comprenderías que respira con una pasión fundamentalista propia de una autócrata de sí misma, vive y muere por cada cosa que hace, aquello que no le proporciona simpatía, no lo hará ni, aunque la tortures, morir no le importa, para ella es solo transcender.

 

El domingo en la mañana sentada en la Maison Du Gateau, decide enviar un mensaje a su padre por WhatsApp: Querido papá, sabes que no te extraño porque te llevo siempre conmigo, pero la tibieza de tus abrazos si empiezan a faltarme. Papá sabias que hay muchas formas de tortura, que hay muchos seres humanos que se autoinfligen dichas torturas por que viven sin saber que son torturados y más triste aun, mueren sin haberlo entendido, por ejemplo, pensemos en la tortura de ir cada noche a la cama con un ser que no amas. Cuantas horas y minutos de tortura podrían considerarse en un acto tal, yo preferiría morir asfixiada, que vivir en un estado eterna de asfixia. Me puedo permitir de pasar el fin de año contigo en casa, sin alterar tu agenda o los planes ya fijados con la familia. Te ama, Tu hija.

 

Por primera vez en quince años, Génesis decide pasar el mes de diciembre en América Latina, sabe que extrañará la nieve, pero espera volver antes del final de febrero con un poco de suerte hallará todavía una estación abierta. Su padre responde inmediatamente, tu habitación y tu padre están esperándote. Lunes compra su billete de avión y se dedica a dejar todo en orden para sus semanas de ausencia, que esta vez no se deben a ningún proyecto de inversión, ninguna aventura del otro lado del mundo la espera, nada que descubrir, todo en su destino le es familiar.

 

Genesis despierta, es domingo 22 de diciembre del 2019, saldrá a media tarde para el aeropuerto, todo está preparado, toma su agenda y comienza una lista de actividades que le agradaría realizar, la deja abierta, agregará cada nueva idea. Hoy no tomará su proteína, ha previsto desayunar un buen muesly, para no extrañar aquel sabor que ama, decide leer un poco antes de dejar el lugar que considera su hogar, a pesar de sus constantes viajes.

 

Claudia Liliana Rodríguez Espitia

14 de junio 2024