golpeada
Mujer golpeada
En la sombra de la noche callada,
el eco de sus gritos aún resuena,
marcado en la piel, en la mirada,
el peso de un miedo que envenena.
Silencio impuesto, opresión constante,
sueños rotos en la madrugada,
voz apagada, lucha desafiante,
buscando libertad en la jornada.
A pesar de que las cicatrices no se borran,
y en su alma carga el dolor de mil heridas,
en sus ojos arde una llama que no implora,
por un mundo sin cadenas, sin mentiras.
Porque ser mujer no es ser objeto,
no es someterse a voluntad ajena,
es resistir, vivir, amar sin pretexto,
gritar en cada verso: ¡nunca más condena!